NO ES LO MISMO
- Guillermo Monsanto
- 14 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Guatemala, pandemia o no, siempre ha sido un país muy particular. La percepción de tiempo e historia, como constructores de imaginarios, parecieran transitar en un cosmos paralelo ajeno a la cotidianidad del chapín. Tal vez sea la tradicional actitud coronada con el “fíjese”, la que más pueda definir esa noción temporal que traba todo tipo de iniciativa. El guatemalteco promedio no es expedito y por lo general entretiene cualquier intención de inercia hacia adelante. Luego, viene de la mano una amnesia monumental de todo lo que signifique algo importante en la construcción de su personalidad. En este sentido, no importa el estrato social, la ignorancia del yo, como parte de una nación, es verdaderamente deleznable. Y, mucho más pavorosa, la capacidad evasiva que posee para burlarse de sus propias debilidades.

En lo artístico, que es lo que nos compete en este espacio, ambas percepciones de tiempo e historia lanzan al artista, y a su producto creativo, a un limbo en el que orbitará hasta que la fuerza gravitacional lo lance a la oquedad del olvido. Mucho arte, mucha sobreexposición en los medios digitales, cocteles y premios, pero poca sustancia que dimensione sus desvelos y, con ellos, los encuentros, alcances y aportes de sus logros ¿Qué al arte contemporáneo no le interesa esto último? Seguramente es parte de su la constitución efímera que alimenta algunas de sus manifestaciones y, por ende, su impacto se vuelve perecedero.
En contra parte, el trabajo de un centro de documentación es el de sistematizar registros, cuando existen, para construir en el futuro una historia que permita a los jóvenes, entender de dónde vienen. En este sentido, fundaciones, subastas y algunas galerías, se han preocupado por crear documentos digitales y físicos de referencia.
El artista emergente, aunque no es una regla, está pasando por una etapa económica difícil. Sus producciones pasan a un segundo plano por la demanda de coleccionistas interesados en obras de maestros consolidados. La desesperación ha llevado a algunos a rematar sus trabajos en plataformas comerciales qué, si bien les dan para entretener el estómago, les quita su hálito al mismo tiempo. Esto porque terminan exponiendo sus creaciones a la par de otras obras (algunas de ellas sospechosas) qué, en lugar de dimensionarlo en el universo especializado, lo empuja hacia abajo haciéndole retroceder puestos como en un juego de mesa.
Concluyo, No es lo mismo exponer en un bazar de cuadros que en un espacio cuya reputación retroalimenta al artista (y viceversa). Cuando las obras se exhiben en salas respetables, van a colecciones igualmente respetables. Es por ello que muchos autores, sacrificando una venta inmediata, prefieren esperar mientras dimensionan su trabajo.
Artículo escrito por: Guillermo Monsanto
Imagen: Roberto Ossaye Técnica: Grabado Sin Título Colección: MONESCO








Comentarios