Los meses dedicados al diseño de la presente retrospectiva son concluyentes: Salvador Saravia es un hombre cuyas relaciones familiares y profesionales fueron sanas en toda la dimensión de la palabra. Como abogado y funcionario público puso en alto el prestigio de la honorabilidad. En la Agricultura cultivó con éxito lo que sembró. El patriarca de familia fue esposo, padre y abuelo ejemplar. También fue un oasis para los amigos y un gestor de positividad porque siempre se sobrepuso a la adversidad resolviendo los abstáculos con entereza admirable.
El Salvador Saravia que figuró como protagonista en el mundo real, también fue puntero en el universo paralelo de las artes visuales. De hecho, ejerció su profesión artística por 67 años. Dato que nos señala que la pintura fue, más que una pasión, una de sus acciones expresivas más continuadas.
Saravia pertenece a la primera promoción de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Por ende, corresponde históricamente a la generación que encontró en el paisaje rural y sus gentes, un motivo creativo para abstraer. Lo que este artista vio en el occidente, La Antigua Guatemala, los lagos, volcanes, las boca-costas y otros movieron su sensibilidad queda patente en exposición. Hay pinturas confeccionadas en distintas épocas y, si el visitante es observador, podrá encontrar en ella la efusión con la que fueron confeccionadas.
Al final de su vida sufre un infarto cerebral que paraliza su lateralidad derecha. Como un ave fénix renace de sus cenizas y, sin ser ambidiestro, domina la mano izquierda para crear su obra cumbre. La pintura de un artista maduro que de nuevo abstrae para proponer desde la nueva perspectiva con la mano izquierda. En esos últimos óleos habita su entendimiento académico, pero también se patentiza una libertad que le hace trascender en el tiempo.
Esta pinacoteca, entonces, nos transporta a un espíritu palpitante que supo brillar a lo largo de su vida creativa.
Guillermo Monsanto
Curador
La Antigua Guatemala, mayo de 2022