Samuel Escobar, joven artista guatemalteco realiza retratos con una técnica particular: una combinación de tintas para tatuaje, grafito y carboncillo. Su inspiración se encuentra en el particular cuido compositivo y trazo consistente de los prerrafaelistas, concentrando sus esfuerzos en la perfección de las proporciones, en los suaves degradados y los contrastes atenuados. Sus ejercicios de dibujo le han llevado al refinamiento del claroscuro, la creación de texturas y combinación de elementos diversos: rosas secas y esmaltes dorados, que ahora son presentados al público como un diálogo onírico.
Al mismo tiempo, el rostro femenino es el principal actor, sucediéndose en un rico conjunto de expresiones diversas, rostros jóvenes y delicados; resalta la textura suave de la piel, magistralmente aplicada por Escobar. Sus modelos corresponden a las necesidades de expresar un ideal de belleza, por momentos renacentista, por momentos del silgo XX. Sus composiciones van más allá del dibujo académico y ha incluido junto a las musas de inspiración, una serie de elementos gráficos de tonos dorados y colores tierra, que terminan de contrastar con las propiedades del carboncillo y demás materiales anteriormente citados.
Fotografía: Selvin García.