Esta colección pertenece a Juan Carlos Melero y su familia en España, como todos saben, Juan Carlos está pasando un proceso de rehabilitación después de los problemas de salud que tuvo el año pasado. Estos cuadros se están vendiendo a su precio de mercado y la idea es que el dinero llegue el cien por ciento a España para poder contribuir en la recuperación de nuestro amigo. Es por eso que pido a la comunidad artística y coleccionistas de Guatemala que se solidaricen y compren las piezas para poder ayudar a nuestro amigo. Pueden preguntar por estas piezas al número a 2366-7686, www.franjamelero.com o info@franjamelero.com
Recién iniciada la democracia, después de cuarenta años de dictadura, en la España de comienzos de los ochenta todo aquel que tuviera algo que decir y encontrara un camino para expresarse, tenía asegurado, en el mejor de los casos el éxito, o la oportunidad de expresarse artística y libremente desde diferentes plataformas. Todo era nuevo y valía. Sobre el papel, la revista La Luna de Madrid fue el claro ejemplo de un país que empezaba a mostrarse en bicolor con los vicios ocultos propios de nuestro carácter y picaresca. La publicación se creó para enseñar el carné de periodista y así poder asistir al fútbol, las fiestas, los conciertos y otros lugares de ocio sin pagar. Pero no todo era así. En las páginas de nuestra revista se desnudó una auténtica historia de amor con un doble protagonista: Rodrigo. Como amante y artista en riguroso negro sobre blanco, mi amigo se presentaba cada mes ante nuestros lectores con una sinceridad y atrevimiento al que no estábamos acostumbrados. Desesperadamente lento con sus cuatro páginas mensuales, siempre fue el último en entregar sus originales. Esta peculiaridad del dibujante me dio la oportunidad una tarde de verle trabajar hasta la madrugada. Camino de la imprenta fui consciente de que había asistido al nacimiento de nuevas viñetas de una historia dibujada que tenía muchos seguidores. Alguno de esos originales, propiedad todos del IVAM de Valencia, los hemos reproducido para su numeración, firma y contemplación. Que sea en este espacio expositivo de mi querida Guatemala no es casual. Desde El Attico proclamo que ustedes han iniciado una época que me recuerda mucho a aquellos años y de la que sugiero que alguien con talento comunicador debería de ponerla un nombre. Nosotros bautizamos aquel momento que nos tocó vivir de agitación cultural y política con la marca de “la movida madrileña”.